Leonid Rogozov será recordado en la historia por ser una de las personas que tuvo el valor de operarse a sí mismo. El cirujano ruso se encontraba en una expedición soviética en medio de la Antártida y era el único médico destinado para la misión. Mientras estaba allí desarrolló apendicitis.
El 29 de abril de 1961 Rogozov presentó debilidad general, nauseas y fiebre moderada. Horas más tarde empezó a tener un dolor en el cuadrante inferior derecho del abdomen. Al día siguiente se hicieron evidentes los signos de peritonitis. Por las condiciones, Leonid no tenía más opción que realizarse él mismo la cirugía. El procedimiento comenzó al rededor de las 10 de la noche. Primero se inyectó una solución de 0,5 % de novocaína como anestesia local.
Un conductor de tractores y un meteorólogo le alcanzaban los instrumentos y le sostenían un espejo. Rogozov se realizó una incisión de aproximadamente 12 centímetros para buscar el apéndice. Después de media hora empezó a sentir debilidad general y nauseas por lo que tuvo que hacer varias pausas.
Según su propio informe, el apéndice tenía una perforación de 2×2 cm en la base. Se inyectó antibióticos y cerca de la media noche terminó la operación. Después de un período de debilidad, los signos de peritonitis desaparecieron. Siete días después de la operación él se retiró los puntos de sutura y en dos semanas logró reanudar sus labores.
Cuando el caso se supo en 1961, lo galardonaron con el Orden de la Bandera Roja del Trabajo, por logros en el trabajo y el servicio civil. Años después trabajó como médico en Leningrado (San Petersburgo).
Rógozov falleció el 21 de septiembre de 2000 de cáncer de pulmón.