La primera transfusión de sangre, con éxito, de un ser humano a otro se atribuye al obstetra inglés James Blundell. Se realizó en 1829 para intentar salvar la vida de una mujer tras una hemorragia postparto. El donante fue su marido.
En la imagen, que ilustra el momento histórico y que fue publicada en un artículo de The Lancet, podemos ver el dispositivo desarrollado por Blundell conocido como "el gravitator". Este instrumento sustituyó a las ineficaces cánulas de transfusión del siglo XVII.
En la escena, una silla volcada permite fijar el nuevo invento mientras el principio de la gravedad hace posible inyectar la sangre del donante al receptor.
De un total de 10 pacientes transfundidos por Blundell (desde 1818) cinco fallecieron. La parturienta fue la primera en sobrevivir.
Sin conocer la existencia de los grupos sanguíneos, el éxito sin duda se debe a la casualidad.